LA PAZ – ANTOFAGASTA, ANTECEDENTES DE UN PUENTE COLGANTE

El arte mayor de la diplomacia es definir y trazar fronteras, el arte mayor del arte mismo, es borrarlas.

Gustavo Buntinx, curador

SACO4 Mi vecino. El otro. 2014

Por una construcción distinta, una alternativa de relaciones física y culturalmente cercanas apostamos en 2014 con SACO3 Mi vecino. El otro. Con equipos de curadores, antropólogos, historiadores y artistas de Bolivia, Perú y Chile reflexionamos sobre los posibles borrones de las múltiples barreras impuestas. Resultaron sorprendentemente profundos los daños que han generado los programas de la enseñanza de la(s) historia(s) y las políticas de nacionalización y de la construcción de la imagen de la patria. Da lo mismo, bajo cual bandera, no hay en este sentido diferencias relevantes en la zona.

En marzo de este año se ha realizado la primera y en abril la segunda etapa (en ISLA y en Sorojchi Tambo, respectivamente), del intercambio de residencias piloto entre la Fundación Cinenómada para las Artes, dirigida por Joaquín Sánchez y Juan Carlos Valdivia, y el Colectivo SE VENDE. Surgieron ideas de acciones reales para iniciar una reconexión simbólica entre estas dos ciudades caóticas, multiétnicas y un poco desorientadas, ambas dentro de la euforia de un fulminante e incontrolable crecimiento, que imposible predecir en que termine. Mirando hacia atrás el Desierto de Atacama con su costa y La Paz siempre pertenecían al mismo territorio cultural, étnico y económico, sería entonces un gesto de una real descolonización repensar un viejo – nuevo mapeo local.

Entre Antofagasta y La Paz el territorio está en el aire. Nos propusimos comprender la diversidad y complejidad de la urbe andina, realizando un acercamiento honesto, donde el otro, como nosotros, hace realidad una misión poética, que es de su propia autoría. Con honesto, me refiero a sin especulaciones, predisposiciones ni apoyo que compromete; con convicción, de que tenemos muchísimo en común y aún más, por descubrir. Y que por fin tenemos que conocernos, para poder dejar caer los mitos y leyendas. Todo esto dentro de un panorama discursivo dominante desde ambos lados, tanto histórico como contemporáneo, que insiste en mantenernos distanciados.

Si fuéramos agentes culturales de Santiago, todo sería más fácil, aterrizaríamos probablemente en El Alto con el slogan “mar para Bolivia” en la boca, en forma de mover la cola, y ya. La levedad en encontrar soluciones instantáneas es probablemente proporcional al desconocimiento, lejanía y falta de afecto, en este caso, a un peladero del patio trasero, donde operan unas empresas extranjeras.

Pero nosotros habitamos un lugar, que la gente asume como propio, y lo propio significa chileno, lo que a su vez no siempre tengo claro que significa y menos me acomoda, pero creo en el arraigo y en la lealtad. Así que, en vez de sacar un banderín con Evo, pensé sobre los polacos que quedaron forzadamente en SSSR después de la segunda guerra, porque se corrieron las fronteras, acorde a un pacto firmado durante un encuentro, al cual no fuimos invitados, y ya no fueron más polacos, sino que ucranianos, bielorrusitos o lituanos, tragados dentro de un gran monstruo, sin derecho de hablar su idioma.

Lo complejo que debe ser, después de cualquier guerra y a pesar del natural rechazo, dolor e injusticia, aprender a dialogar. Construcción de esta plataforma dialogante es un deber de los políticos, claramente aquí incumplido. Mantener el pueblo unido y obediente bajo el miedo del fantasma del otro, es una estrategia demasiado conocida en la historia universal, que fue, de hecho, la causa de la segunda guerra mundial.

Durante el viaje a Quillagua en 2014, Buntinx dijo: Estamos aquí, en el medio del desierto, intentando de construir la polis nueva, la futura, aquella que nos devuelva la condición dialogante y ciudadana, que los conceptos modernos de la democracia lamentablemente han perdido. De esta construcción sin lugar a dudas ya es parte el puente colgante La Paz – Antofagasta, que hemos anclado.

Conferencia de Colectivo SE VENDE en Fundación Cinenómada para las Artes.

Por Dagmara Wyskiel.