#MemoriaSACO | Arte, política y medio ambiente: cómo fue la génesis del Festival de Arte Contemporáneo

Cuando el 12 de julio de 2012 se inauguró la exposición Arte, Política y Medio Ambiente, ya existía en el Colectivo SE VENDE una vaga certidumbre de que aquello era el primer paso para algo mucho más grande y perdurable: establecer un evento anual cíclico de arte contemporáneo en Antofagasta, aunque todavía faltaba mucho para concretar aquella idea que flotaba en el aire, un proyecto que había sido sembrado.

 

Esa primera simiente no era casual. Ya había antecedentes de exposiciones, muestras e intervenciones realizadas con anterioridad, pero no fue sino hasta que se estableció contacto con Marisa Caichiolo, curadora de ADC & Building Bridges, que una nueva idea comenzó a tomar forma, basada en la experiencia que esta organización sin fines de lucro realizaba desde 2007, con muestras itinerantes, residencias e intercambios con el apoyo del Instituto de Cultura de Baja California, México, y con la exhibición de una serie de proyectos experimentales a partir del 2009, entre ellos, una serie de exposiciones individuales de artistas de diversos países que fueron invitados por Marisa como parte de la programación de ADC, acción que comenzó a germinar la idea de traer esta itinerancia a Chile.

 

La experiencia de Marisa fue fundamental para esta aventura. Artista y curadora argentina, estudió Historia del Arte y realizó un doctorado en Psicología en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, lleva veinte años viviendo en Estados Unidos, trabajando por el desarrollo del arte contemporáneo. Es parte del directorio en Building Bridges Art Exchange (BBAX) con sede en Los Angeles y forma parte del equipo de Now Art LA, fundación de arte urbano. Como curadora, ha trabajado no sólo en EE.UU. sino que también en Emiratos Árabes, Marruecos y República Checa

 

Al principio, surgió la idea de llevar la itinerancia Arte, Política y Medio Ambiente a Santiago, pero el diálogo entre Marisa y Dagmara Wyskiel, como directora del Colectivo SE VENDE, derivó en algo más arriesgado y rupturista: continuar operando desde la marginalidad, salir de lo obvio para llevar la formación y la reflexión a un punto del mapa entre el desierto más seco del mundo y el océano Pacífico, poco acostumbrado al arte contemporáneo.

 

Es así que se establece una alianza que desemboca no sólo en la exposición en Antofagasta, sino que también en el desarrollo de una serie de talleres, charlas y conferencias a cargo tanto de los expositores como de la directora de ADC, para dar forma a una semana completa de actividades que complementaban la exhibición de las obras de los artistas de esta itinerancia: Arcángel Constantini y Karen Perry (México), Andrea Juan (Argentina), Dagmara Wyskiel (Polonia/Chile) y Mohamed Abou El Naga (Egipto). A ellos se sumó el artista plástico mexicano Jaime Delfín, en aquel entonces vicepresidente de ADC, como museógrafo, un rol generalmente desconocido en Chile, en otra de las acciones pioneras levantadas por la organización del evento.

 

El lugar que abrió sus puertas a esta iniciativa pionera fue Centro Cultural Estación Antofagasta, que hacía pocos meses había abierto sus puertas al público de la ciudad, convirtiéndose en una de las primeras exposiciones realizadas en este espacio adecuado al interior de un histórico edificio de la época dorada del ferrocarril y la explotación de nitrato en el Desierto de Atacama.

 

La curaduría continuó la línea conceptual establecida en las itinerancias anteriores, proyectándose desde “la exploración de las temáticas políticas y ambientales, representadas a través de las expresiones en la escena de arte actual, con el objetivo  de capacitar y concientizar al espectador a convertirse en agentes activos del desarrollo sostenible, la educación y comprensión de las comunidades” en palabras de la argentina radicada en LA, Marisa Caichiolo.

 

Además la curadora afirma que “con esta exhibición se pretende modificar actitudes concientizando a la audiencia a través de la lectura y análisis de la producción de los artistas que conforman la misma, y de esta forma asegurar que los países y sus respectivos habitantes disfruten de un futuro más próspero y seguro”.

 

Los cinco artistas presentaron obras llenas de referencias y distintos niveles de significación abiertos a la reflexión y las relaciones con su ambiente, entorno cultural o producción simbólica, explorando temáticas como el cambio climático, revolución sociopolítica, el desarrollo de las comunidades, la simbología de patrones y los principios de la imagen en movimiento como metáfora de la fragilidad.

 

La exposición se inscribió dentro de las políticas contemporáneas de la construcción de redes internacionales para la circulación de la obra, de los creadores y lo más relevante, de los conocimientos, pues al momento de cuestionar la globalización y debatir su resonancia en las producciones actuales en diferentes lados del mundo, resulta indispensable evaluar hasta qué punto los artistas efectivamente asumen las tendencias.

 

Muchos de los conceptos que atravesaron Arte, Política y Medio Ambiente fueron los que contribuyeron a asentar la idea de romper con uno de los estigmas que generalmente afectan al desarrollo artístico en Chile, su intermitencia. Es por eso que los esfuerzos se centraron en pensar en un evento de arte contemporáneo que se realizara de forma regular, una vez al año, generando con ello costumbre y expectación en el público, pero además, abriendo espacios para la formación e intervención en el territorio.

 

Lo demás, ya es historia.

 

Fotografías: Cortesía ADC & Building Bridges lnternational

El León, Mohamed Abou El Naga (Egipto)

Antártida, Andrea Juan (Argentina)

Semiscope, Arcángel Constantini (México)

Cultivo del tiempo, Dagmara Wyskiel (Polonia/Chile)

Objeto, Karen Perry (México)