SACO3

3ª SEMANA DE ARTE CONTEMPORÁNEO 2014
3rd WEEK OF CONTEMPORARY ART 2014

MI VECINO. EL OTRO
MY NEIGHBOR. THE OTHER

agosto 21/31 / August 21/31

Del 21 al 31 de agosto de 2014, SACO3 dio un salto hacia el ámbito internacional y a un tema clave para la zona: la compleja relación entre Chile, Perú y Bolivia. Bajo el título Mi vecino. El otro, partió con el convencimiento de que “a través del arte es posible profundizar en terrenos fracturados, que pocos se atreven a tocar”, reflexionaba su directora, Dagmara Wyskiel. En diez días de exhibición y de actividades para el público, llegaron hasta el Parque Cultural Huanchaca más de tres mil personas. Con la participación de artistas, curadores e investigadores relevantes de los tres países, se abrieron además nuevos puentes de comunicación con otros territorios. SACO3 pudo así convertirse en un hito cultural desde el norte del país.

Los equipos de trabajo estuvieron conformados por: Gustavo Buntinx, Harold Hernández, César Cornejo y Elliot Túpac Urcuhuaranga, de Perú; Lucía Querejazu, Juan Fabbri, Andrés Bedoya y Jaime Achocalla, de Bolivia; más Rodolfo Andaur, Damir Galaz-Mandakovic, Claudio Correa y Catalina González, de Chile.

[Duración: 3:33]

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Video Documental SACO3

Publicación version español

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COSQUILLAS MENTALES: para domesticar la otredad.

Las fricciones y los calentamientos en las zonas fronterizas constituyen hoy día un área de interés e investigación en varios puntos de tensión en el mundo. Son justamente estas zonas de contacto directo con el otro, donde la construcción de la identidad nacional establecida está basada en las diferencias con el de al lado.

La imagen de vecino cultivada y alimentada por generaciones en los países limítrofes, ha formado una figura del otro desnaturalizada y envuelta en creencias llenas de prejuicios y mitos. Sin revisión significativa a escala masiva, esta situación mantiene en Chile su status quo desde la Guerra del Pacífico hasta hoy, y sus efectos son palpables tanto en situaciones cotidianas y conversaciones donde se manejan patrones cliché, como en la discriminación percibida a través de los medios de comunicación, en procedimientos legales y en el trato laboral.

El otro, en contexto generalizado, sigue siendo utilizado con éxito por los gobiernos para la construcción de una prótesis en el discurso político, con el fin de buscar al culpable del descontento social, desviar la atención de problemas internos no solucionados o movilizar al pueblo bajo un eslogan fácil. Tampoco se observan muchas iniciativas para verificar la situación existente, por lo que podemos arriesgarnos a decir que convivimos con una manoseada imagen del vecino, cuando a él mismo tal vez ni siquiera lo hemos visto.

Desde este abreviado mapeo de la patología de la imagen del otro, surgió la idea de construir una plataforma tripartita, que –en el ámbito del arte– permitiera investigar, debatir y ofrecer otras lecturas sobre la figura del vecino, sobre la relación de tensión que se arma entre la cercanía física y la lejanía emocional, y sobre el conocimiento trilateral entre los pueblos limítrofes: Perú, Bolivia y Chile. Para la tercera edición de SACO, decidimos instalarnos en un terreno complejo y proponer una relectura de fondo. Asumimos hacernos cargo del peso histórico del lugar, donde operamos: Antofagasta. Bajo el subtítulo Mi Vecino. El otro, instauramos un diálogo sin prejuicios ni predisposiciones sobre el imaginario trilateral, histórica y contemporáneamente, poniendo énfasis en el prisma individual y no estatal. Durante diez días de trabajo in situ, nuestra mirada estuvo dirigida hacia el otro ser humano: el boliviano, el peruano o el chileno, y la deconstrucción de su estigma existente al otro lado de la frontera. Apostamos por que –a través del arte– se puede profundizar en terrenos fracturados que pocos se atreven tocar. Y fue un acierto.

Instalar a Mi vecino. El otro en Antofagasta fue una apuesta arriesgada, que conllevó un peligro de detonación de rechazo, el que podía surgir desde adentro o desde afuera del equipo involucrado. En el transcurso de la residencia, tanto a través del material presentado por los investigadores como durante la convivencia cotidiana, se visibilizaron un sin fin de diferencias, complejos, miedos y bloqueos, no necesariamente propios, más bien los que llevamos conscientemente o no en las mochilas llamadas patrias. La otredad dejaba de domesticarse y acariciarse hasta cierto punto. El mar, como una pesadilla al frente del Parque Cultural Huanchaca, miraba con irreverencia nuestros intentos de establecer un diálogo. Bajo la sombra de las monumentales ruinas de una fundición de plata, que –a fines del siglo XIX y comienzos del XX– estuvo a cargo de intereses chilenos, ingleses y bolivianos, construimos una utopía muy seductora. Como sintomático o simbólico puede interpretarse el hecho de que en todas las obras allí instaladas estaban presentes connotaciones de índole erótica y masculina. Evocaciones como un deseo a compenetración, no concluidas. A pesar de todo esto o justamente por lo atrayente inalcanzable de nuestro propósito, la idea era generar una fisura en el muro mental que divide a Chile con sus dos vecinos del norte. Puede ser que con tanto mástil erecto solamente le hemos hecho cosquillas, pero, claramente, por algo hay que empezar.

Dagmara Wyskiel
Directora de SACO


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