RESIDENCIA EN QUILLAGUA

La residencia de Teresa Solar y de Bogdan Achimescu se realizó en El Lugar Más Seco del Mundo en el marco de SACO5. El proyecto fue posible gracias a la adjudicación del fondo internacional PICE por la alianza Hablarenarte & Colectivo SE VENDE, junto al apoyo de la Embajada de La República de Polonia en Chile, respectivamente. La estadía conllevó visitas guiadas en los principales lugares de interés antropológico y geológico del sector, asistencia técnica y logística, además del registro del proceso de investigación de los artistas.


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LA LÍNEA, LA ROCA y EL HUESO

Viajamos, como cada año, a Quillagua, al no lugar en la Nada. Fueron, en 2012, muchos más que factores climáticos, antropológicos, políticos o geológicos, los que determinaron la decisión del Colectivo SE VENDE de escoger el oasis como centro de operación y de residencias El Lugar Más Seco del Mundo. Se materializaron desde ese entonces más de cincuenta visitas y residencias de diversas áreas de creación e investigación.

“Quillagua es un laboratorio, concentra, no distrae. Es allí donde están presentes muchas de las relevantes tensiones contemporáneas: la pérdida del agua, de la identidad, el abandono, las divisiones internas y la destrucción del patrimonio, en un contexto impactante y extremo. Pareciera imposible conjugar tantos problemas globales en un pequeño oasis en el desierto. A la vez, Quillagua está suficientemente lejos de nuestra urbana y semi-moderna realidad. Para poder investigarla, hay que mirar desde afuera, porque de alguna manera pertenece al otro mundo. Y a la vez nos cuenta sobre nosotros mismos. Una residencia en el oasis necesariamente se convierte en una introspección, donde uno se para cara a cara consigo mismo y con sus cuestionamientos, independiente de donde estos provengan”.

En 2016, acompañamos en la residencia en el desierto de Atacama a dos artistas invitados a SACO5: Teresa Solar, madrileña, y Bogdan Achimescu, de Cracovia. Partieron de ISLA dispuestos, con expectativas, energía y tarjetas de memoria de alta capacidad de almacenaje. La apertura infinita de la pampa al otro lado de la Cordillera de la Costa, activó la necesidad de recorrer el desierto, entendiendo el re-correr como actitud de la mente frente al vacío. Horas en vehículo, entre Antofagasta, Tranque Sloman, Chacabuco, María Elena, Chuquicamata y Taltal, restringían la experiencia a la vista por la ventana. Una vez en El Lugar Más Seco del Mundo, el caminar fue la estrategia del comprender a través del ejercicio del cuerpo en movimiento, durante horas y bajo el sol omnipresente, resultando ser introducción del yo físico en un espacio extremadamente inhóspito y atrayente a la vez, un desafío personal tanto físico como mental.

Teresa, en su diario de viaje de la residencia en Quillagua titulado Atacama como la Ciudad Prohibida de Pekín, habla sobre los patrones repetitivos y las líneas discontinuas de pensamiento. Aparecen, en composiciones de imagen y palabra, coches mineros, el mirar el desierto desde una línea, Chuquicamata que se cae sobre el pueblo de Chuquicamata, piedras que parecen huesos y piedras que parecen piedras. Surgen cementerios abandonados en la pampa. Tumbas miradas desde la ventana. Desde la línea de la carretera, línea de las huellas de las ruedas, línea del sendero, línea de la tubería de agua… Desierto trazado por demarcaciones, por las cuales circula el cuerpo. El cuerpo de Teresa.

Bogdan dejó llevarse entre los cerros por senderos cuyos orígenes se han borrado hace tiempo con el viento y con las sucesivas capas de la historia industrial en el desierto. Rutas de huellas de burro aparecían de repente o se volvían invisibles entre las rocas. Abandonar el sendero o perderlo a propósito, para buscarlo de nuevo, dudar si es éste o el otro, era parte literal y simbólica de este ejercicio realizado en soledad absoluta. Achimescu regresó al oasis con una piedra de forma muy particular, semi cuadrada, parecía una herramienta de tiempos arcaicos usada para fines hoy en día desconocidos. Con un agujero redondo en el medio, hacía guiño a una fuente que no puede mantener nada, o a los cráteres del Valle de los Meteoritos, inútiles incluso para sostener una leyenda, formados por el agua que se les arrancó hace millones de años.

Geoglifo, línea, sendero, roca, hueso, tumba, borrón y cuenta nueva. Auto, carretera, industria, Chuquicamata, borrón y cuenta nueva. Capas de ciclos, como el guano en las rocas de la costa, construyen formaciones que se acoplan entre sí como si nada, como si la destrucción fuera lo único inevitable. Por lo menos en el desierto.

Dagmara Wyskiel