La diferencia entre una idea y un proyecto es que este piensa cómo hacerlo. La primera queda en el plano de la imaginación, de lo ilusorio, y el segundo apunta a la lógica del acto.
Cuántas veces hemos pensado en la interdependencia entre infraestructura y superestructura necesariamente dialécticas, de la que los sujetos somos parte. Sujetos y medios mutuamente imbricados, mutuamente determinados hasta que algo irrumpe y el círculo de reiteraciones genera una respuesta diferente abriendo una nueva instancia, proponiendo un nuevo paradigma. Un cambio que debe verificarse necesariamente en el tiempo. Entonces una pregunta que vuelve a tener vigencia es si los individuos pueden transformar sus entornos.
Ahora bien, una escena en el campo del arte es una trama compleja, heterogéneamente constituida por actores que tienen en común un mismo espacio social de producción, distribución y consumo, con cierto grado de desarrollo institucional, sujeta a regulaciones y capaz de reproducirse a sí misma.
Como sabemos los desarrollos culturales provinciales en Latinoamérica estuvieron frecuentemente vinculados a factores de la economía, la política, internas y externas, y su ubicación estratégica con las grandes concentraciones de poder en las ciudades capitales. Esos procesos de centralización y concentración por un lado, y por otro el efecto de la exclusión y marginación propias del par centro-periferia marcaron rasgos comunes en nuestros países. Es el caso de ciudades como Antofagasta que hasta la última década mostraba grados de incompletitud que hacía difícil imaginar la emergencia de una escena en un ámbito dominado por la endogamia, la carencia de instituciones y políticas culturales capaces de producir un cambio significativo en el mediano plazo.
Pero es justamente sobre esto que interesará comentar por qué resulta notorio el efecto constructivo y dinamizante que tuvieron las distintas acciones del Colectivo SE VENDE en estos últimos años. Es evidente que en esa ciudad hay una productividad que empieza a leerse y a tener cuerpo debido a que los proyectos en cuestión fueron pensados para incidir en el sistema del arte. Un conjunto de acciones articuladas que atienden problemáticas, largamente pendientes, referidas a la producción, la formación y la circulación.
En efecto, lo que presenciamos allí en estos días de SACO6 no son acontecimientos ocasionales ni aislados. Por el contrario, el Colectivo concibe sus acciones entendiendo que una escena no puede conformarse, y menos consolidarse, si no se atiende a la formación de artistas -y otros actores con roles que inciden en aquel entramado- pero también la conformación de espacios de producción, circulación y consumo. Es por ello que ha desarrollado una cantidad de proyectos como ISLA (Instituto Superior Latinoamericano de Arte) y SACO (Semana de Arte Contemporáneo que ya va en su sexta edición) para conformar un plan estratégico.
Dentro de ese plan se encuentran también las acciones articuladas en colaboración con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Región de Antofagasta), y los Liceos municipalizados de Tocopilla, Taltal, Mejillones y Antofagasta, con el propósito de acercar el arte al público. Una tarea minuciosa de mediación entre el arte y la docencia que tiene como objetivo colaborar en la construcción de masa crítica, interesar a la escuela en problemáticas estéticas actuales y analizar sus potenciales en los procesos educativos.
En nuestro caso particular el Taller ofrecido recientemente en ISLA, por quien escribe estas notas, estuvo dirigido a docentes de escuelas y liceos con esa finalidad: trabajar la relación del arte y los procesos de aprendizaje áulicos desde una estética de la recepción. Esto es, desplazar el concepto tradicional del espectador pasivo a protagonista empoderado en la construcción de sentidos, y considerar el arte no como un fenómeno clausurado sino abierto a ese proceso de co-producción en el que entran en juego fases dialécticas de operaciones sensitivas y cognitivas que resultan de vital importancia. El taller tuvo una primera etapa en aula, tras la cual continuaron visitas a las exposiciones permitiendo el diálogo y la reflexión sobre los temas expuestos.
Finalmente es preciso aclarar que resultaría un fracaso cualquier pretensión de considerar escena la sola emergencia de acontecimientos puntuales. En realidad habría que ver de qué modo esos sucesos terminan enraizando en el tejido social y proyectándose en el tiempo. Nos animamos a pensar que lo que se viene haciendo en Antofagasta reviste enorme valor y sus efectos se podrán visualizar en el mediano y largo plazo.
Marcos Figueroa
artista, curador y docente
Tucumán, Argentina