Casa Azul y SACO: una alianza que suma un nuevo espacio expositivo y curatorial desde la autogestión 

“Casa Azul es un espacio para entregar herramientas, mostrar y difundir a artistas jóvenes, emergentes e independientes, que no necesariamente quieren sumergirse en la institucionalidad” nos dice el fotógrafo Sebastián Rojas, uno de los co fundadores junto al pintor y grafitero Zike, de este centro cultural que desde un año y medio, se ha convertido en un espacio recurrente de encuentro, aprendizaje, diversas actividades artísticas y debate crítico en el corazón de Antofagasta.

 

“Lo importante es atreverse a cuestionar las lógicas que se generan en la cultura” agrega Sebastián. “Hay instituciones que tienen financiamiento constante y entregan un tipo de verdad. Nosotros, desde lo alternativo, entregamos una postura diferente a la institucional, y en el mundo que vivimos es necesario llevar a la práctica ese cuestionamiento, no solamente quedarse en el discurso. Eso es lo que deja reflexiones y genera acciones”.

 

Esta forma de trabajo se ve reflejada en hechos concretos que forman parte de la historia de Sebastián: “Cuando organizo un festival de fotografía, me interesa más trabajar con las personas de la zona donde vivo, de los barrios, los campamentos, por sobre el financiamiento estatal o privado. Me interesa mucho tener contacto directo con diez o quince personas que finalmente hagan una exposición, más que cumplir con los requisitos y exigencias de los fondos de gobierno que están más preocupados de lucir sus logos que del contenido”.

 

Es una apuesta arriesgada que no ha estado exenta de dificultades para subsistir, pero cuyas acciones han llamado la atención de su público específico y también de otras instituciones y eventos.

 

Es así que SACO y Casa Azul firmaron un convenio de colaboración que permitirá a Sebastián desarrollar la curaduría de una exposición de fotografía colectiva, con el apoyo profesional de Dagmara Wyskiel, que mostrará diversas miradas del impacto de la pandemia, pero también otros problemas ya existentes que han adquirido mayor relevancia durante los últimos meses, como la sociedad hiperconectada y las efectos negativos de la sobrepoblación. El montaje de esta exposición se realizará en Casa Azul y el público podrá acceder a él de manera virtual. Al mismo tiempo, Sebastián pretende acercar a algunos artistas nacionales e internacionales que participarán de SACO9 para que compartan sus procesos de trabajo con creadores y público local.

 

ABRIR ESPACIOS DE CREACIÓN Y EXPOSICIÓN

Casa Azul partió en abril de 2019 como un sueño y una forma de resolver necesidades que ambos fundadores habían detectado en la comunidad artística local: fue concebido como un espacio para permitir a creadores de la zona desarrollar talleres, exposiciones, muestras de cine, tocatas y charlas al margen de la subsidiariedad, operando desde la lógica de la autogestión. A partir del estallido social en Chile, en octubre de 2019, tuvieron que adaptarse a una nueva realidad y por eso comenzaron a hacer actividades relacionadas a la contingencia: técnicas de primeros auxilios, un taller de psicología y otro de economía naranja, “nos dimos cuenta que teníamos que cambiar la lógica capitalista del comercio por una perspectiva solidaria” aclara Sebastián.

 

La pandemia hizo cambiar nuevamente el rumbo de las acciones en Casa Azul, sin perder el enfoque en el trabajo asociativo, generando transmisiones de música y teatro en vivo.

 

Es por eso que las redes colaborativas han sido de vital importancia para mantener este proyecto. “Se da por necesidad, es un proceso comparable al tejido que se forma en torno a las ollas comunes. Desde el ámbito artístico, desde las prácticas de la autogestión, del autoconocimiento, es fundamental el trabajo solidario, sin pensar necesariamente en ganar dinero, sino cómo se intercambian otros valores. Son redes que se basan en el talento de los artistas y cómo aportan al espacio donde se desarrollan sin depender de lógicas mercantilistas, sino que desde el aporte de cada uno y el aprendizaje que se genera entre pares, y aunque eso hace difícil sustentar el proyecto, nos motiva a reinventarnos y aprender de estas nuevas formas de organización y trabajo” concluye.

 

COLABORACIÓN

Respecto de la alianza con SACO, Rojas comenta que “es bonito atreverse a hacer algo alternativo, cuestionar las lógicas tradicionales, sobre todo en una época de crisis de las instituciones. Estas propuestas funcionan porque representan ventajas al funcionar fuera del sistema establecido, puesto que nos permiten decir lo que queramos desde nuestro punto de vista político y de plantear otros discursos y reflexiones”. 

 

Sebastián enfrenta el desafío de montar una exposición, en un lugar en donde la convivencia con la obra suele ser presencial. “Es un proceso interesante porque tendremos que aprender a relacionarnos con el espacio de otra manera. Trabajar desde la curaduría también será distinto por las limitaciones de la actualidad, pues el espacio físico genera ideas y emociones que es casi imposible obtener a distancia. Es un desafío que Dagmara y yo estamos enfrentando con mucha emoción”.

 

FOTÓGRAFOS ABANDONADOS

Y aunque el panorama futuro es bastante alentador, de todas maneras hay obstáculos en el camino, especialmente para los fotógrafos profesionales, que en los últimos años han quedado cada vez más desprotegidos y a la deriva. “Dentro de los fenómenos globales, la fotografía también está en crisis y creo que en parte se debe a que estamos entrando a una nueva etapa en que este arte o técnica está mediada por un software, por algoritmos que prácticamente nos dicen cómo ver una fotografía. Estamos en un mundo hipertecnológico donde todos tenemos la posibilidad de hacer imágenes”. 

 

Rojas comenta que “la fotografía es una herramienta que ha cambiado el mundo, pero necesitamos mayor conocimiento y creo que a los gobiernos y a quienes tienen el poder, no les conviene que la fotografía sea comprendida. Siento que para ellos es mejor que la ciudadanía esté desinformada, y la fotografía entrega mucha información. Por una parte hay una necesidad de estudiar la fotografía, entenderla e interpretarla y por otra existe un control increíble de las imágenes por parte de la élite. No les conviene que las personas sepan de fotografía porque es otra forma de entender el mundo”.

 

Sebastián resume este punto de vista crítico, en base a su propia experiencia: “Cuando aprendí a leer me cambió la vida. Cuando aprendí a leer las imágenes me cambió la vida por segunda vez”.

 

Sebastián Rojas Rojo. Co fundador del Centro Cultural Casa Azul. Director Festival Imagen del Norte, miembro fundador del “Colectivo Delincuencia” y artista docente en Balmaceda Arte Joven. Ha participado en festivales internacionales y nacionales de fotografía, en residencias artísticas y diversas exposiciones colectivas; seleccionado dentro de los cuatro mejores portafolios del Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso 2018. Fue reportero gráficos del diario La Estrella de Antofagasta y de SACO Festival de Arte Contemporáneo durante varios años. En la actualidad se encuentra desarrollado distintas acciones en la vía pública y generando espacios para el estudio de la fotografía en Antofagasta.