La artista Priscila Peralta y Kusha, una invitación a hablar de residencias y resiliencias

A fines del año 2018, Priscila Peralta, artista ecuatoriana radicada en Iquique, fue seleccionada en el marco de una convocatoria abierta, para participar de la residencia ISLA-ISLA, desarrollada entre el Instituto Superior Latinoamericano de Arte (Antofagasta) y el Museo de Arte Moderno, MAM, de Chiloé. 

 

Las vivencias en ese contexto, entre marzo y abril de 2019, hizo nacer en ella la inquietud de escribir sobre estos procesos. “Sentí que todas esas vivencias, relaciones y reflexiones podían ser compartidas. En el caso de mi propia experiencia, el resultado de un mes de recorridos y de indagación e investigación en terreno, me dieron mucho más de lo que esperaba y tuve curiosidad por las diferentes visiones y mecanismos de autogestión. Me parecía fascinante y prometedor” explica. 

 

Así nace la idea de Kusha, hablemos de residencias y resiliencias, texto publicado por Nodocultura, instancia formada por un equipo de profesionales con experiencia en museos y educación que aportan al fortalecimiento de los escenarios museográficos y patrimoniales a través de diversas prácticas y procesos, y que vio la luz hace poco tiempo y que recopila una serie de ensayos que exploran la mirada de cinco artistas y curadores en torno a este tema: Patricia Albornoz, David Corvalán, Loreto González Barra, Carlos Olivares Calderón, Nataniel Álvarez y la misma Priscila que además, asumió en rol de coordinadora y editora.

 

El nombre de la publicación proviene de la propuesta que surgió como resultado de esa residencia en Chiloé. La artista generó cuatro composiciones sonoras hechas con pistas de audio para generar un “lugar” temporal donde reproducirlas e invitar a otras personas a hacerlo en un proceso que Priscila denomina de “conocimiento y reconocimiento del territorio a través de los sonidos y musicalidades. La denominé Kusha, una palabra del kichwa ecuatoriano que me gusta mucho y significa “campamento”, pero también puede ser un pastizal donde dormir bajo el sol, el agujero en el tronco de un árbol donde viven muchas criaturas o un lugar improvisado para el descanso. Es una palabra versátil que desde su fonética te da un abrazo cálido. Para mí, una kusha es el regazo maternal de la tierra”. 

 

Para Nayeli Zepeda, co-fundadora y directora de Nodocultura, el nombre adquirió sentido dentro del ejercicio colaborativo que realizaban para la publicación, al pensar la iniciativa como un espacio donde se da refugio a las voces de quienes trabajan a pulso en la escena cultural del país.

 

EL PROCESO

Fue en marzo de este año que retomó la investigación. La pandemia sumó nuevos cuestionamientos a los que ya venía madurando: “pensé en el daño que estaba recibiendo el sector artístico a nivel mundial y en la pérdida terrible de espacios culturales. Sentí que era tiempo de hablar de ello. Inicialmente invité a amigos a tener una reunión virtual y conversar de estas inquietudes. De ahí surgieron más y más preguntas” cuenta Priscila.

 

Todo esto se resumió en un cuestionario que compartió con los participantes del proceso colaborativo que generó la primera estructura de Kusha, mientras que junto a Nodocultura realizó un trabajo de alrededor de tres meses de revisión, edición de textos y diseño hasta la publicación en final en plataformas web. 

 

Recorriendo sus páginas, la artista comenta que “lo que primero salta a la vista es la diversidad en los formatos que se dan principalmente por quienes las gestionan o convocan y por el espacio donde se desarrollan. Con Kusha viajamos por Chile de norte a sur, desde la mirada de artistas y gestores. Para mi este aspecto no es menor ni casual. Las generosas reflexiones compartidas, invitan a habitar desde lo más esencial del ser humano, a conectarse como yo me he conectado con cada uno de ellos. Hay mucha sensibilidad en sus palabras, no solamente dentro de la publicación, sino en cada chat o correo que intercambiamos. Detrás de Kusha se tejieron relaciones y buenos deseos”. 

 

“En este ejercicio hay una postura política” agrega Priscila, “porque creemos en la urgencia de un cambio en nuestros métodos habituales, en la necesidad de construir comunidad, colaborar y empatizar, hacerlo de una manera responsable, sin sentirnos dueños de la verdad o el conocimiento, siendo aprendices permanentes. Tenemos que ser generadores de instancias donde nuestras voces se escuchen, porque en ellas hay una visión rica y con propósito”.

 

Respecto del desarrollo y evolución de las residencias en el país, Priscila comenta que “Chile sigue creciendo y desarrollando iniciativas interesantes y diversas, pero la continuidad de las mismas es difícil. En la mayoría de los casos, estamos hablando de gastos permanentes de mantenimiento de un espacio que no genera los mismos ingresos económicos que otros inmuebles habitacionales, sin mencionar otros costos. Es el momento de pensar en el impacto y pertinencia de nuestras acciones. La pandemia nos puso a todos en jaque y desde ahí hay que reconocerse y ver las posibilidades que tenemos”. 

 

Por eso en Kusha, lo tangible y habitable también se cuestiona, así como los ejercicios y actividades concretas desde donde surgen estas reflexiones que contribuyen a nutrir la escena artística en el país.

 

ISLA-ISLA

La residencia donde todo comenzó para Priscila, y en la que también participó el artista calameño David Corvalán, es clave en su tránsito por Chile, pues marcó un punto de partida hacia otros riesgos en su producción, impulsándola a canalizar su sensibilidad. “Me brindó la posibilidad de conocer cómo me proyecto a través de acciones. Tiendo a creer que debía vivir toda esa experiencia en ese preciso momento, porque tenía la apertura para asimilarlo y aprender. Desde SACO fue un acierto darnos la libertad para desenvolvernos, porque tanto David como yo, fluimos y nos auto exigimos. Maduramos y nuestro trabajo también. Pero sí enfatizo que depende de las expectativas personales y el nivel de compromiso que uno establece. Desde ahí podemos desarrollar flexibilidad, tolerancia y un alto nivel de involucramiento en futuros procesos colectivos”.

 

El impacto de ISLA-ISLA se extenderá por una segunda temporada, en el marco de la alianza que SACO y MAM Chiloé buscan seguir explorando para potenciar el crecimiento de los artistas que proyectan sus carreras desde regiones.

 

“Todo el trabajo involucrado en Kusha ha traído consecuencias hermosas, las mismas que, aunque parezca irónico, se impulsaron y concretaron gracias a las actuales circunstancias. Deja de ser una publicación aislada y se transforma en la primera edición de una serie de publicaciones en formato de revista digital que estamos trabajando desde Nodocultura, abordando otras instancias y problemáticas culturales y acogiendo voces de Latinoamérica. A nuestra labor se ha sumado el Museo Municipal de Arte Moderno de Cuenca (Ecuador) con el Aula MMAM donde tendremos charlas y conversatorios con los colaboradores de cada publicación. Como equipo de Nodocultura, estamos valorando y evaluando todo el tiempo nuestro accionar, disfrutamos de lo que hacemos y esperamos que Kusha y los demás proyectos que se han desarrollado, sigan sumando y generando otras acciones” finaliza Priscila.

 

Lee aquí el texto completo de Kusha, residencias y resiliencias.

 

*Fotografías cedidas por Priscila Peralta, Patricia Albornoz y Nataniel Álvarez

 

La residencia ISLA-ISLA se realiza en el Museo de Arte Moderno (MAM) de Chiloé. Es una iniciativa que teje diálogos de norte a sur y que busca diferenciarse de otras instancias similares que se insertan en el panorama artístico a través de un trabajo creativo desconectado de la urbe, impulsando la investigación artística centrada en el contexto, ofreciendo a sus residentes la posibilidad de interactuar con la cultura y la geografía de ambos extremos del país, acceso a los talleres del museo y apoyo del equipo de MAM en el montaje de sus obras.