Juan Castillo: Entender el arte como una obra única, abierta a toda la vida

“Yo no soy de Chile, soy del desierto, que es el paisaje madre de mi vida y el paisaje madre de muchas ideas y motivos que he ido desarrollando.” J. Castillo.

El reconocido artista nortino, radicado en Suecia y Altazor 2014, regresó al país para conducir el segundo módulo del ciclo de laboratorios de vinculación con el territorio Desiertos Intervenidos II del Colectivo SE VENDE, el cual contó con la participación de Constanza Thiers, Jordán Plaza, Aldair Indra Coronado, Fernanda López, Camila Saavedra, Carolina Agüero, Sonia Cuevas  y Geraldine Ahumada. La instancia concluyó con acciones site-specific en la ex oficina salitrera Pedro de Valdivia, en donde nació espontáneamente una nueva intervención del propio Castillo, titulada Volver. Es en este contexto que conversa con nosotros.

¿Cómo fue la experiencia de encontrarte nuevamente con tus recuerdos de infancia en Pedro de Valdivia, en una visita cuya finalidad era la de guiar a otros a vincularse con el territorio, lo que contemplaba un camino de formación y creación?

De partida, cada cierto tiempo yo vuelvo a hacer trabajos en el desierto. El último fue el 2014 con un trabajo que me ha acompañado hasta ahora (refiriéndose a Te devuelvo tu imagen, serie de intervenciones que realizó en Mantos Blancos, La Península de Mejillones, Pedro de Valdivia, Francisco Vergara y otras zonas de Chile en el marco del proyecto Ritos de Paso que dio continuidad a su trabajo desarrollado en los inicios de su carrera en 1981 en Santiago). Sin embargo, creo que esta vez fue precisamente fundamental el hecho de que yo no venía a hacer obra, lo importante fue este laboratorio que se formó con artistas jóvenes con un trabajo maduro desde mi punto de vista. Fue una experiencia cercana al imprevisto, nunca pensé que se iba a generar ese ambiente de energía entre todos nosotros que fue extraordinario. De hecho, no existió la idea de verticalidad de alguien que está dirigiendo un taller, y esa relación horizontal ayudó a que todos aprendiéramos. Me enriquecí mucho con las propuestas y los diálogos con los participantes. Hace tiempo que no tenía una experiencia de tanta intensidad. Lo único comparable, que se sostuvo por bastante tiempo (entre 1978 y 1983) fue lo que pasó con el grupo C.A.D.A. (Colectivo de Acciones de Arte, una agrupación de artistas visuales, escritores y sociólogos formado junto a Lotty Rosenfeld, Diamela Eltit, Raúl Zurita y Fernando Balcells).

Desde esa misma idea planteaste que no regresabas para generar obra ¿Cómo es que en el proceso del segundo módulo de Desiertos Intervenidos II y con toda esta energía de retroalimentación que nos comentabas surge Volver y se transforma en tu más reciente intervención en el Desierto de Atacama?

Yo creo que todos coincidimos, porque los artistas también estaban trabajando en esa orientación, de entender el arte casi como una obra única abierta a toda la vida y que termina cuando uno se muere. Entonces todo este proceso no se tomó como que íbamos a hacer tal o cual acción artística. Si bien resultaron muchas, yo le llamo accidentes que se cristalizaron. Mientras estábamos en Antofagasta no nos dedicamos a crear una obra, sino que a reflexionar y discutir nuestros puntos de vista con respecto a la práctica del arte. El enfrentamiento directo era el desierto, era la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, la cual nos dio un ambiente de trabajo en donde se generaron cosas verdaderas, todos nos sentimos modificados y creamos algo que no era lo preestablecido. Creo que fue muy positivo que eso sucediera porque, según mi perspectiva, es así como uno descubre los verdaderos caminos en el arte.

Tú te caracterizas por trabajar fuera de las cuatro paredes, En este sentido ¿De qué forma crees que la vinculación con un lugar como Pedro de Valdivia y el desierto más árido del mundo puede trascender en el camino creativo de un artista que, como algunos de los participantes, desconocían este territorio?

Es un poco difícil desde mi posición darle una objetividad a esa respuesta, porque yo siempre he dicho “yo no soy de Chile, soy del desierto” y entiendo este paisaje como el paisaje madre de mi vida y el paisaje madre de muchas ideas y motivos que he ido desarrollando en mi trabajo, y por eso cada cierto tiempo vuelvo. Lo fantástico fue la fusión entre gente que conocía, como uno de los participantes que era de Maria Elena (comuna más cercana a Pedro de Valdivia) y chicas que nunca habían estado más al norte de Chile que La Serena, y que a pesar de eso no hizo la diferencia, porque todos nos sentimos atravesados no solo por lo que genera el contacto con la ex oficina Salitrera, sino también con este campo energético que creamos desde la comunicación y discusión previa, teniendo como trasfondo el desierto y este lugar abandonado.

Finalmente, nos gustaría saber más detalles de la muestra Huacherías / ni otro/ ni na que inaugura en Santiago antes de regresar a Suecia y de qué forma canalizarás la experiencia de Desiertos Intervenidos II en dicha exposición

La muestra que realizaré en la Galería Isabel Aninat, del 10 de octubre al 3 de noviembre, es una exhibición que vengo preparando desde hace un año y es hecha especialmente para este espacio, como lo son los trabajos que generalmente hago. La intervención que hice en el desierto (Volver) también se integra, es el último hecho artístico que incorpora este proceso. Antes de venirme de Suecia había realizado acciones similares de textos que se queman frente al paisaje y también en el Altiplano Boliviano, todas propuestas que voy realizando en los lugares que voy visitando y trabajando. Eso, junto a otros objetos que yo desarrollo, no ilustrando las intervenciones sino más bien tensionándolas con otras propuestas.