La artista Claudia González recoge muestras e información de los ríos chilenos y genera circuitos electrónicos que le permiten hacer arte sonoro gracias al movimiento del agua. Esto es Hidroscopia, una secuencia de instalaciones que comenzó con un trabajo sobre el río Cachapoal, luego en el Mapocho. Ahora es el momento del más grande y contaminado de Chile: el río Loa. Al finalizar su viaje de investigación por el cauce del Loa, que se materializará en una muestra en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA) en septiembre, Claudia visitó el Instituto Superior de Arte Latinoamericano ISLA, y dio a conocer los secretos que le murmuró este emblemático río chileno.
Tu arte es hoy movilizado por el agua, un tema particularmente delicado en el norte de nuestro país ¿Cuándo decides que tu obra abarque esta problemática y por qué el Loa?
Yo trabajo con agua como materialidad hace harto tiempo. Al principio la usaba solamente como un componente variable dentro de las instalaciones sonoras que construyo, circuitos electrónicos en donde el agua era simplemente un material que controlaba el sistema, pero con el tiempo empecé a ampliar mi método de trabajo específicamente con una residencia que hice en Coltauco, en una comunidad que está al lado del río Cachapoal, un territorio que está plagado de basurales. Ahí diseñé distintas metodologías para abordar esta temática de forma más integral y luego me interesó seguir ese método en el cual pude ir más allá de lo paisajístico, recolectando datos sobre calidad y cantidad del recurso hidrico, ademas de abarcar lo pedagogico y social. Es así como nace Hidroscopia Mapocho en donde también visualicé el agua en un microscopio para poder conocer los componentes desde otra visión. Ahora llego al Loa porque es uno de los ríos más importantes de Chile, es el más largo, el más contaminado, y el que abastece principalmente la producción minera de extracción del cobre, entonces la decisión se dio sola. Este río me permite profundizar en la relación del agua y metales pesados que, aunque no lo había asumido, está muy presente en mi obra, además de continuar trabajando con las comunidades e indagar en términos microscópicos qué es lo que trae el agua.
Por otro lado, me interesa mucho la relación que las comunidades indígenas tienen con el agua, ellos ven el río como un órgano vivo, no lo sienten como una especie de servicio funcional que nos da agua, sino que lo ven desde un punto de vista sagrado
Tú escogiste cinco puntos estratégicos para la investigación de Hidroscopia Loa ¿Cuáles fueron esos lugares y por qué los seleccionaste?
Al principio quería recorrer el nacimiento del río en el volcán Miño, la desembocadura y seleccionar en ese trayecto algunos puntos importantes desde la perspectiva del conflicto político y el problema que hay en términos de la extracción del agua para el uso privado. Es por ello que parte de la investigación tenía que ser en donde el cauce el rio se desvía y se divide, una parte para el uso de producción minera y otra para los agricultores y las comunidades. Sin embargo, luego de conversar con Vonn Castro, presidente de la ASAC (Asociación de Agricultores de Calama) reflexioné y decidí volver a la idea de los afluentes[1], porque en el relato que él nos da, los afluente son significativos para el caudal del río, y también en términos de sus contaminantes. Además coincidían con mi primera lista de lugares que eran Chiu Chiu, el encuentro con el río San Salvador y Quillagua. Entonces trabajamos en el río Salado y San Salvador, pasamos por Taira, el lugar más alto al que pudimos llegar para extraer agua más pura, y Quillagua por ser uno de los pueblos más afectados por la contaminación, pero nos quedó pendiente el volcán.
¿Es posible entonces que vuelvas? Y si lo haces ¿volverías antes de la muestra en el MSSA?
Sí volvería, pero a futuro. Por una cosa de tiempo es imposible volver antes de la muestra y para poder hacerlo con calma sería en septiembre del próximo año porque hay que esperar que pase el invierno boliviano, puesto que borra todos los caminos de la ruta hacia el nacimiento del río. Este viaje en particular, fue súper express, lo ideal habrían sido quince días y lo hicimos en ocho, que es casi la mitad. Sin embargo, pudimos recaudar muchísimos datos.
Con respecto a eso, cuando llegas a trabajar en terreno, imagino que el agua y los habitantes de la zona te murmullan secretos desconocidos hasta ese momento ¿Nos puedes contar cuál fue el descubrimiento más impactante de este viaje?
Lo fundamental fueron las entrevistas. Poder escuchar desde la fuente directa el conflicto y cómo lo viven los afectados fue increíblemente importante. Me aclararon finalmente cuál es el problema, y el conflicto tiene que ver con el uso del agua de río para la producción minera que hace desviar su cauce natural. Y por otro lado, lo que devuelve la misma producción minera, contaminando el agua; para todo esto, fue fundamental entender cómo es el flujo del agua del Loa, hacia dónde va, de dónde nace, cómo se distribuye y cómo se alimenta.
Los testimonios fueron mi otro mapa, pude conocer el territorio desde ellos, así fui construyendo el paisaje y eso luego me permitió redefinir el viaje también. Desde el punto de vista de los lugares físicos, vi el agua transparente, o sea si yo llego a una posa donde veo el agua cristalina me baño, pero el agua trae arsénico y otros contaminantes.
¿Pudiste observar si la comunidad estaba informada?
No realmente, porque yo me encontré con las personas que sí están informadas, con los que están moviendo el problema. En Quillagua por ejemplo están con abogados de derechos indígenas, ahí la lucha es ardua, realmente no les hacen caso y todo sigue igual. Lo que me sorprende es que me voy con mucho material y con una responsabilidad muy grande que trasciende la muestra, vuelvo con la sensación de que tengo que hacer algo más allá de la obra con el material que recolecté.
Con respecto a la muestra en sí ¿Hay luces de lo que veremos en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende en septiembre?
Sí, la muestra ya está pensada: serán dos salas en el museo, una destinada a la instalación sonora, estructuras de madera tipo andamio con canales de cobre y recipientes del mismo material, un circuito hidráulico que circula en esta estructura a través de una serie de instalaciones electrónicas que van monitoreando el paso del agua. Mientras en la otra sala se exhibirá todo el material de documentación de la investigación. Habrán videos, conversaciones con entrevistados, algunas plantas que recolecté y piedras que también serán parte de la instalación.
[1] Afluente en hidrología se refiere a un río secundario que no desemboca en un mar sino que lo hace en un río que dispone de una importancia mayor. Ambos se unen en un lugar que se llama confluencia.