Marcos Riesco: el ingeniero pesquero que se convirtió en curador de arte en Francia

Desde pequeño, Marcos Riesco quería hacer cine documental, con el océano como escenario. Su héroe y ejemplo a seguir era el mítico Comandante Jacques Yves Cousteau, el legendario oceanógrafo, divulgador científico y ambientalista francés, famoso por sus documentales televisivos. Al terminar su educación media, en 1974, Marcos se encontró frente a la dura realidad del cierre de las escuelas de cine y de arte en dictadura, por lo que optó por estudiar Biología Marina, convirtiéndose en Ingeniero Pesquero de la Universidad Católica de Valparaíso.

En esta entrevista, quisimos explorar los caminos que Marcos transitó desde ese momento hasta convertirse en audiovisualista y curador de arte digital, una aventura que comienza cuando se radica en Francia en 1985 y que se prolonga hasta hoy, en una relación con SACO, pues entre los muchos proyectos de Marcos destaca su participación como curador en la obra que el artista conceptual francés Fabrice Michel expondrá en Antofagasta, proceso que comenzó en marzo de 2020 con una residencia.

 

UN CURADOR DEL FIN DEL MUNDO EN EL PRIMER MUNDO

Desde 1985, Marcos ha realizado alrededor de sesenta películas institucionales, principalmente para el mundo cultural, y desde 1997, dirige talleres de documentales y cortometrajes en Toulouse (Francia).  En paralelo, ha proyectado su carrera trabajando en un centro cultural como curador especializado en arte digital, dirigiendo entre 2007 y 2016, el festival Empreintes Numeriques en Toulouse.

En 1991, realizó su primer documental Aukatun, sobre la etnia mapuche en Chile. Al mismo tiempo, realiza videos artísticos y experimentales, instalaciones, performances y “películas sin cámara” que han sido exhibidas en festivales y centros de arte. Marcos asegura que sus obras se sitúan en un campo poético-político que cuestiona el propio lenguaje cinematográfico.

 

¿Qué se siente ser un curador del fin del mundo en el primer mundo? ¿Cuáles son los pros y contras de provenir de la cultura latinoamericana y trabajar en el ambiente europeo?

Yo nunca he sido curador del fin del mundo, me volví curador en el primer mundo, aunque a fines del 2019 anduve en Puerto Williams (Tierra del Fuego) por un proyecto de documental. Sin embargo, el hecho de ser latinoamericano me da una visión más amplia que me permite imaginar y proponer cosas que salen de lo esperado. Mi trabajo como curador comenzó en Francia y la primera muestra que iba a hacer en Chile, con SACO, acompañando la residencia y la creación del artista francés Fabrice Michel, se nos fue al agua debido al Covid. 

Ser curador es resultado de mi vida en Europa, que comienza con mis estudios de cine  y master en arte digital en la Universidad de Toulouse, lo que me lleva a la realización audiovisual, campo en el cual me gano la vida y me permite trabajar en el mundo del arte. 

Los pros de trabajar como curador en Francia son todos los que puedan existir y digo esto porque aquí me pagan por hacer ese trabajo y creo que en Chile nunca nadie me va a contratar para trabajar en eso; los medios económicos, materiales y espirituales que se le da al arte en Europa son considerables. 

 

¿Cómo has planteado tu carrera audiovisual y cómo la relacionas con tu trabajo como curador?

La imagen es el denominador común entre el trabajo audiovisual y la curaduría, entre las artes visuales y el lenguaje cinematográfico. Generalmente, muestro obras de vídeo, fotográficas, de cine y digitales; la imagen en movimiento representando el mundo a través de la mirada como una cuestión mental de luz, reflejos, formas y sonidos. Me muevo en el mundo de lo que se muestra o se oculta, del mundo que se revela de forma concreta y utilitaria en  pantallas y telones, y otra parte más poética en la exploración artística y espiritual, concepto que en Francia se usa para hablar de pensamiento y conciencia, no como sinónimo del alma.

 

En este sentido, ¿cuáles son las temáticas que priorizas?

Las problemáticas que más me interesan son políticas, como la democracia y la justicia; las relaciones entre tecnología y sociedad, y la protección de lo viviente en nuestra Tierra. 

La mayoría de los documentales que realizo son films sobre artistas visuales y muestro algunos de ellos en exposiciones. A veces, llega primero la idea de la muestra, otras veces el detonador es el documental. Es un trabajo constante y muchas veces de largo aliento, pero muy satisfactorio. Por ejemplo, hace tres años comencé un documental con el peñi Christian, profesor de mapudungun, que trata sobre la lengua y la defensa de la Tierra, una obra que ahora está en proceso de post producción. También acabo de grabar al fotógrafo belga Maxime Matthys, con quien nos encontramos durante una filmación. Su trabajo me encanta, así que estoy preparado una muestra de él para el próximo año, sobre los estragos que provocan las ondas 5G en la naturaleza y los seres vivos.

Otra de las bellas muestras que curé fue para el centenario del armisticio de la Primera Guerra Mundial, el 11 de noviembre de 1998, donde participaron más de treinta artistas con grandes frescos cinematográficos y mapping en los muros y monumentos de Toulouse, con una mezcla de imágenes de archivo y creaciones contemporáneas.

El moverme en el mundo de las artes visuales expande mi campo de realización audiovisual. Más allá de los films tradicionales, también hago instalaciones de arte video, como Casting operación siglo XX, sobre el atentado contra Pinochet o Búsqueda en la Red, presentada en Matucana 100, y este último tiempo, me he dedicado a la creación de mapping sobre las fachadas, un arte que mezcla la arquitectura y el video.

 

En el contexto actual ¿cuáles son los cambios que podrían afectar o potenciar las labores de los curadores? ¿Crees que son las mismas en Europa que en Latinoamérica? 

Creo que este tema está en manos de los poderes públicos, instituciones estatales, regionales y locales, los políticos. No sé qué contingencia pueda afectar la labor de los curadores, aparte de que la sociedad sufra un gran cambio y comience a interesarse en el arte y para eso, primero, la gente tiene que tener trabajo, salud, educación, una casa. Esa podría ser la gran utopía.

El trabajo del curador depende casi completamente del financiamiento que las instituciones otorguen al arte y en nuestros tiempos, dominados por la televisión e internet, medios ignorantes y miserables, la preocupación por la cultura está en un último lugar. Lo bueno es que al parecer, Chile despertó.

 

¿Cuál crees que es la misión de los creadores en los tiempos de masivas movilizaciones sociales como las que vivimos el 2019 en Chile y desde inicios de junio en EE.UU. ?

El estallido me dio mucha emoción, alegría y esperanza, y creí de verdad que Chile había despertado, que se liberaba de la ideología neoliberal impuesta por la dictadura al servicio del dinero y de unas cuantas familias chilenas. Y como dice el poeta Raúl Zurita, esta pesarosa humanidad se irá aproximando con derrotas y retrocesos y volverá nuevamente a intentar la justicia, la igualdad…Este sueño invencible. Nosotros, que somos soldados derrotados de una causa, le damos gracias a los escolares que comenzaron esta última batalla por el sueño que el fuego del arte mantiene vivo y alumbrado; verdaderamente creí y escuchaba la profecía del presidente Salvador Allende cuando veía más de un millón de personas marchando por la Alameda. 

Pero me da pena y rabia por los que dejaron la vida en esta última lucha, por los que perdieron sus ojos, los golpeados y presos. Desde siempre los artistas acompañan los movimientos sociales y esta vez seguiremos nuevamente en esta lucha del pueblo chileno.

 

Si se concreta el regreso de Fabrice a Chile durante lo queda de este año o el próximo, ¿qué reacción te genera la postergación de lo que iba a ser un proceso de cuatro meses entre la residencia en ISLA y la exposición en SACO9, producto del giro inesperado que vivimos en el mundo? ¿Cómo influye, desde el punto de vista curatorial, la extensión de este proceso en la producción de la obra conceptual que ya está engendrándose en el taller de Fabrice?  

La postergación me provoca varias preguntas, algunas sin respuesta todavía, pero he sacado varias enseñanzas. La exposición de Fabrice no es la única que se ha dilatado de los proyectos en lo que estoy trabajando y esto nos muestra la fragilidad de nuestro mundo. Es como el ejemplo del efecto mariposa, cómo las cosas están interconectadas en el universo que provocan que un virus invisible al ser humano, puede paralizar toda la economía mundial y que obligue a toda la humanidad a mantenerse en sus casas para proteger la vida. En nuestro caso específico, impide la realización de nuestra exposición en el desierto de Atacama.

Esto me hace cuestionar qué lugar ocupa el ser humano en el mundo, en los ecosistemas. Siempre hemos creído que somos superiores y con esto nos damos cuenta que vivimos en una naturaleza interconectada. Mientras estábamos confinados, hablábamos del mundo “antes y después” del Covid. Pensamos que había cosas que podían cambiar, que íbamos a priorizar cosas como la solidaridad, la justicia y la ecología, y ahora que salimos, aunque todavía con el riesgo presente, el mundo de antes vuelve a todo galope a instalarse, como si nada hubiera pasado, lo que demuestra la persistencia de ciertos razonamientos humanos y formas de dominación y poder que todavía están presentes. Pero ahí está el arte, para seguir despertando e iluminando y haciendo tomar conciencia a la gente y mostrando el mundo en el que queremos vivir.

Hay pistas que explorar artísticamente dentro de ese tipo de situaciones: cómo hacer exposiciones en este contexto, cómo vivimos actualmente, cómo tomamos la solidaridad y las manifestaciones humanas de protegernos entre nosotros. Hay muchas cosas nuevas que aparecieron en este periodo y que hay que investigar artísticamente. Por eso, me hace mucho sentido una frase de Robert Filliou (poeta y artista francés): el arte es aquello que hace la vida sea más interesante que el arte.

Performance de Antoine Schmit en Festival Empreintes Numeriques /
Foto gentileza Marcos Riesco

Intervención de Fabrice Michel en salar del Desierto de Atacama / Foto gentileza del artista

Filmación de Maxime Matthys / Foto gentileza Marcos Riesco

Mapping de biblioteca en Toulouse / Foto gentileza Marcos Riesco

Afiche film Operación Siglo XX de Marcos Riesco

Residencia de Fabrice Michel en Antofagasta