Rodolfo Andaur, su visión de SACO y la territorialidad en la creación artística

Rodolfo Andaur:

El arte contemporáneo quiere desnudarse fuera de los espacios consagrados

Con palabras que nos sumergen en su experiencia e invitan a la reflexión crítica de nuestro contexto, Rodolfo Andaur, curador chileno de arte contemporáneo, escritor, magíster en Historia del Arte, y quien además ha sido un constante colaborador de SACO, dio a conocer su perspectiva sobre el impacto de este festival en el desierto más árido del mundo, la territorialidad en la creación artística y la necesidad de que el arte contemporáneo salga de los lugares institucionalizados.

¿Cómo y qué diferencias percibes en la visualización de SACO Festival de Arte Contemporáneo en Santiago y en el extranjero?

Es una pregunta que parece muy difícil de responder, sin embargo, puede ser muy simple entregar una respuesta si vemos cómo las acciones de SACO en los últimos cinco años han determinado una forma de conocer la escena que está repartida en diferentes lugares de Chile. Creo que este tipo de proyectos han generado espacios para dialogar con lugares que no se reducen solo a Antofagasta, sino que también a Concepción, Temuco y el extremo sur de Chile, por ejemplo. Desde ese pilar se han ido fortaleciendo redes que han llegado hasta el extranjero. Por todo esto, me parece muy importante la relación que han generado con los artistas como una forma de interacción que crea esas utopías locales con las que trabajamos a diario. SACO trata de abarcar contenidos e ideas de un país que no se termina en Santiago, de un país donde conviven otros países; creo que SACO ha explorado desde ahí un fenómeno que tiene que ver con la búsqueda de otros límites, otras maneras de vivir, otras formas de pensar la territorialidad. Eso es lo más rotundo.

¿Crees que gestar proyectos de forma permanente, desde y para el territorio, constituye nuevas formas de exploración en el contexto global?

Estoy seguro de que la periodicidad de SACO invita a construir un contexto global desde lo local. No obstante, toda reflexión actual en torno a las artes visuales no debe estar sumergida solo en las dinámicas de una exposición. Tal vez el fenómeno de “explorar territorios”, una frase que ya es aburrida porque, sin duda todos la ocupan como una muletilla, quiere conjugar desde el clásico montaje una estructura para armar proyectos. Por lo que es mucho más interesante involucrarse con otros códigos que van más allá del territorio y el paisaje. Actualmente, el arte contemporáneo quiere desnudarse fuera de los espacios consagrados, ese es un gran ejercicio para consagrar renovadas ideas. Por eso, si yo como artista sigo pensando que mi fin último es exponer, estoy absolutamente viviendo bajo una influencia decimonónica. Hoy el artista no solo hace exposiciones, también genera pensamiento crítico. Por lo mismo el hecho de trabajar fuera de los espacios institucionalizados, nos permite repensar la práctica del arte y la práctica del pensamiento crítico del arte.

Desde esta misma línea y con respecto a iniciativas como escuela sin escuela y museo sin museo ¿Cuántos pisos crees tú podremos llegar a construir sin muros?

Creo que hoy en día no es necesario tener una escuela de arte para validar un trabajo de campo o una investigación artística. Tampoco es necesario pensar los museos con toda la lógica y disociaciones que el concepto mismo de museo tiene en la actualidad, o pensarlo desde contextos tan disímiles como los que posee la ciudad de Antofagasta, por ejemplo. Pienso que debemos trabajar desde esas propias territorialidades como decía, que finalmente expelen aromas que no están impregnados en los discursos conservadores que difunden, en la mayoría de los casos, instituciones como galerías comerciales o algunas de las clásicas escuelas de arte. Estoy seguro que debemos pensar una escuela de arte sin homologarla estrictamente con el formato académico, que ya sabemos es muy jerárquico, vertical y que  hoy en día está obsoleto. En ese sentido abrir un espacio de residencias como ISLA es una gran alternativa de conocimiento práctico y productivo en torno a las artes visuales y se puede ir mucho más lejos que solo pensar en una escuela de arte.

Con tus seis años participando en el Festival ¿Podrías hacernos una selección de obras? ¿Qué ha sido para ti lo mejor de SACO?

Yo trabajé como curador en SACO3 e invité a dos artistas que me parecen muy interesantes de destacar como Catalina González y Claudio Correa, quienes hicieron obras a partir de ‘desertificar’ información respecto a lo que somos, esos otros que aparecen en el contexto de la inmigración. Sin embargo, creo que en SACO6 hubo una tríada de artistas que es necesario mencionar: Adriana Ciudad, Nicholas Jackson y Oscar Abraham Pabón. Este conjunto provocó en mi re-imaginar el emplazamiento que genera este proyecto sobre un lugar patrimonial, clásico, y por cierto problemático como lo es el muelle histórico Melbourne Clark. Esas tres obras tienen una pulsión, un manejo del espacio que no lo había visto con anterioridad. Y me atrevo a asegurar que son el gran patrimonio que posee SACO. Estos hechos nos llevan a pensar que en algún instante también se podría evaluar cómo sostener una colección de obras que permitan a la comunidad antofagastina seguirlas viendo, macerando e identificando.

Si esos son tus trabajos nominados ¿Cuál de ellos se llevaría el galardón?

Difícil, porque como te digo, todos los mencionados cumplen fielmente la interpelación que debería tener un proyecto de este calibre sobre un lugar tan conflictivo como el muelle. Cómo hacemos un proyecto instalativo en un lugar que sirve como plaza pública, en una ciudad que no tiene alteraciones conocidas en torno al arte contemporáneo y donde aún no existe un espacio que constantemente exhiba ‘obras de arte’. A pesar de que está SACO, que tiene un gran proyecto como plataforma, aún falta mucho trabajo para generar esos públicos que debemos cautivar. Por lo que insisto en que estas obras que mencioné cumplen su cometido. Es indudable que los artistas tenían muy claro por qué debían hacer ese trabajo y no otro, por qué tenía que ser ese tipo de emplazamientos y no otros. Ahora que me has preguntado esto, pienso en cómo veríamos esta selección de obras en otros lados, contemplarlos como material para dialogar hoy en un contexto diferente, que la ciudad pueda verlas siempre, no solo una vez al año y, en ese sentido, cómo buscamos para nuestras ciudades un lugar que contenga estos patrimonios contemporáneos.

SOPORTAR LOS GOLPES
OBRA DE NICHOLAS JACKSON

MELANCOLÍA: EL PABELLÓN DEL DESPECHO
OBRA DE OSCAR ABRAHAM PABÓN

LAS AMAZONAS, ¿AMOR O CARNE?
OBRA DE ADRIANA CIUDAD