La intervención artística, desarrollada a comienzos de agosto en el marco del Festival de Arte Contemporáneo SACO8 en conjunto con el dúo artístico Com&Com, fue vista por cientos de personas en pleno centro de Antofagasta.
La mañana del miércoles 7 de agosto los antofagastinos se despertaron con la visita de un gigantesco tronco de árbol cubierto de adornos, tallas y pinturas. En calle Prat -la principal de la ciudad-, este objeto sin vida fue escenario y testigo de actos performáticos, música y teatro, causando la sorpresa y el interés del transeúnte que se detenía a presenciar el evento.
Este es el modus operandis común de Bloch, un proyecto artístico ideado por la dupla suiza Com&Com, formada por Marcus Gossolt y Johannes M. Hedinger. Hace ocho años, tomaron la decisión de resignificar una vieja tradición de su país que consistía en transformar el último tronco que cae en el invierno en tejas o leña, tras una subasta que define al dueño de esta valiosa madera. Marcus y Johannes ganaron el remate por aproximadamente 2 millones y medio de pesos al cambio para volverlo un objeto activador de arte.
Desde entonces, recorren el mundo con este gran tronco, habiendo pasado ya por Europa, Asia, América del Norte, África, y este año por primera vez en Sudamérica. Para este continente, su destino fue Chile, específicamente la región de Antofagasta. Guiados por el mar y el desierto del norte, y en el marco de SACO8, Festival de Arte Contemporáneo, iniciaron un viaje por el desierto de Atacama, primero en barco, desde Puerto Príncipe a Antofagasta, y luego por tierra, recorriendo diversos pueblos del norte antes de terminar su viaje en la ciudad.
El proyecto, de acuerdo a las palabras de Johannes, se presenta al mundo como un “activador”. Bloch no es la obra en sí misma, pero sí una excusa para desarrollar expresiones artísticas en torno a él. Por eso su corteza está tallada, pintada, dibujada y manipulada de tal forma que lleve consigo cada lugar al que vaya. En Antofagasta no fue la excepción, y con él viaja a partir de agosto una chakana -cruz andina- tallada a un costado.
“Cada lugar es diferente, nosotros vamos mostrando y recolectando historias, y ahora hicimos lo mismo en Antofagasta, las de sus artistas y su gente, se van con nosotros a continuar el viaje”, señaló Johannes M. Hedinger posterior al evento, donde agregó que “nos presentamos en el marco de SACO, a quienes agradecemos enormemente su gestión y capacidad de encontrar a las personas indicadas para participar en el proyecto. El próximo año estaremos en el Centro Pompidou de París, y ahí, también, una parte de SACO estará con nosotros”.
Un tronco en una ciudad sin árboles
Junto al Festival, Bloch viajó por el desierto de Atacama, pasando por pueblos como Chiu Chiu y San Pedro de Atacama, interactuando con la gente y la fauna nativa. El tronco no deja indiferente a nadie, y la mayor expresión de esto se vio en su presentación en Calle Prat, en la cual participaron, además de artistas locales, la Escuela de Estética Integral de AIEP Antofagasta y varios cursos del liceo artístico F-60 Armando Carrera González, quienes durante meses ensayaron para el día de la muestra.
Temprano en la mañana, se presentaron los cursos menores del colegio, con bailes y representaciones que aludían a la naturaleza. Le siguió a esto un cuadro de vientos y luego un cuarteto de cuerdas en el cual participaron profesores del establecimiento, miembros de la Orquesta de Cámara de Antofagasta. Al final de esta presentación se vivió un momento especial cuando el estudiante Alfredo Vega recitó un poema de su autoría dedicado a Bloch, presentándole en sus versos la cara menos agradable de una ciudad afectada por el extractivismo industrial:
“Llegó a presenciar ramas que caen
En la ciudad que petrifica su pulmón,
Un galpón cumpliendo la función
De cambiar vida por polvo y males”
Las siguientes presentaciones de artistas, incluyeron una performance de Patricia Díaz, aludiendo a la etnia de los atacama, pueblo costero originario de la zona, simulando la presencia de uno y su interacción con el árbol; le siguió la danza teatro de Rafaela Castro y Felipe Gallegos, una representando a la naturaleza y otro a la humanidad en una lucha interminable por el dominio del mundo, acompañado por la música en vivo de David Flores.
Le siguió una presentación de teatro callejero a cargo de Teatro en Tiempos de Guerra, en la cual se combinaron ironía, declamaciones, interacción directa con el público y Bloch, para finalizar con una de sus integrantes -Natalia Leal- sobre el tronco presentando una reflexión poética. El cierre de las presentaciones contó con la banda de funk antofagastina Pedrokuzco.
La conclusión formal del evento no significó la despedida de Bloch, pues durante horas el tronco se mantuvo ahí para que la gente lo observara y tocara, comprobando que aquel era un tronco real y no una escultura, como algunos pensaban al verlo de lejos. Sin espectáculos artísticos de por medio, el proyecto de los suizos por sí mismo era capaz de atraer a las personas, generar dudas, incitar a la imaginación, a transmitir deseos y mensajes. Esto último gracias a un wish hole, orificio que posee el tronco y en el que la gente podía dejar mensajes para el proyecto y para los futuros destinos del tronco, si bien también era posible dejar dichos mensajes en la corteza.
Hasta finales de año, Bloch descansará tras recorrer el desierto, definiendo su próximo destino. El resultado de este viaje y de todos los que ha realizado durante los últimos ocho años se podrá visitar en el futuro en Suiza, cuando el árbol vuelva a sus raíces en formato museo. Entonces, y solo entonces, se podrá conocer la magnitud del proyecto, del cual, sorpresivamente, una región periférica de un país igualmente periférico fue parte.
Foto de Thomas Rickenmann
Presentación de alumnos liceo F-60 Armando Carrera
Alfredo Vega, estudiante del liceo F-60 Armando Carrera, declamando en el centro de Antofagasta
Los mensajes buscaban plasmar la raíz de cada uno en un concepto.
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