De brújulas caídas y banderas extraviadas

Por Karla Rivera, periodista

 

                                                                                                                              

Con el Destino como concepto de la octava versión de SACO, presenta por tercer año consecutivo el circuito museo sin museo,  con propuestas expositivas en Antofagasta y San Pedro de Atacama. Dos esferas de una misma zona, pero esencialmente diferentes en paisaje e idiosincrasia. Ambos sitios construyen la identidad del nortino, donde el altiplano, el desierto, el sol y el mar son protagonistas.

 

Las obras exhiben las tensiones propias de un territorio, donde la costa y el altiplano se presentan como dos caras de una misma moneda, en una instancia para reflexionar desde un espacio paradojal como es Fundación Minera Escondida, en otra arista que instala y genera lecturas, para mirar y repensar el lugar que habitamos. 

 

Con Mejillones como escenario de su acto performático, Enterrar las banderas en el mar, del venezolano, Miguel Braceli, desmantela los conflictos territoriales sumergiendo banderas blancas en la costa, en una acción desarrollada junto a estudiantes del Complejo Educativo Juan José Latorre Benavente, logrando cohesionar al grupo en torno a una gran consigna: lavar las heridas de una zona dividida y golpeada por diferencias fronterizas.

 

Diario de una búsqueda hacia lo suprasensible, de la creadora peruana, Natalia Pilo-Pais, es presentada como una obra que conjuga arte y arqueología, bajo un recorrido conceptual por las relaciones simbólicas del desierto nortino y las prácticas ancestrales que construyen el imaginario local, en una suerte de guía natural que nos posiciona frente a la inmensidad del territorio.

 

Ambos creadores latinoamericanos presentan sus perspectivas inspiradas en la corriente del land art utilizando diversos materiales, así como el marco del paisaje natural, para desarrollar sus obras. 

 

Braceli es un artista reconocido por sus intervenciones a gran escala, el registro audiovisual de Enterrar las banderas en el mar así lo demuestra. En él se puede observar la extensa caminata realizada junto a 18 estudiantes, cada uno con una bandera blanca, convertidas luego en una escultura amenazante y parte de un envolvente montaje exhibido en Antofagasta.

 

El trabajo creativo de Pilo-Pais, en tanto, radica en la investigación histórica, social y geográfica de San Pedro de Atacama. Su obra es fruto de una residencia artística en el desierto más árido del mundo, donde –en un guiño al site specific– pudo conjugar disciplinas para dar paso a una brújula conceptual exhibida en un montaje que incluye fotografía análoga, instalación del proceso creativo desde una mirada arqueológica y síntesis escultóricas de tres elementos sagrados de la zona: volcán, cielo y río.

 

Costa y altiplano. En este paisaje impávido y majestuoso a la vez, es casi imposible no situarse en un perfecto devenir. De cerro a mar y viceversa, el resplandor del atardecer rebota en la tremenda escala de grises cordillerana, en un susurro del cielo que comenta el acaecer de un día que desaparece para dar paso a un intenso cielo estrellado. Por años, nuestro cielo ha sido testigo de nuestros movimientos.

 

Es el único que puede señalar con certeza dónde pertenecemos. Hoy, contemplarlo y buscar esa respuesta es resistencia. ¿De dónde somos? ¿A dónde pertenecemos? ¿Define una bandera quiénes somos? ¿Hacia dónde nuestro norte? Ante las fronteras y las diferencias, los poderosos y la miseria. Hoy, banderas caídas. Brújulas extraviadas. La invitación es a situarse y entender las señales de nuestro territorio, en lo político, en lo poético. Como un acto de rebeldía.