Director de Fundación Alumnos: No se trata de evangelizar sino de generar nuevas alternativas educativas

Eran 50 personas en una pequeña sala de clases del Instituto Profesional AIEP. Representantes de organizaciones culturales, artistas y educadores, entre otros, participaron de la conferencia El Arte como acupuntura social. En la cual el especialista portugués Tiago Pinto de Carvalho, director de Fundación Alumnos de Ciudad de México, organismo que fomenta el intercambio de conocimiento explorando problemáticas sociales a través del arte contemporáneo, buscaba reflexionar con los antofagastinos sobre el rol educativo de las instituciones de cultura, y lo consiguió. Tras ello, no dudó en continuar la conversación.

La misión de desmarcar el arte de lo meramente expositivo para cumplir una responsabilidad educativa, parece muy difícil dentro del sistema social latinoamericano. Sin embargo, ustedes han encontrado un camino, una metodología que les ha permitido consolidarse como fundación. “El arte como acupuntura social” ¿Podrías explicarnos de qué se trata?

Tocas un punto que nosotros siempre comentamos. Como fundación no somos galería, ni museo, no somos una institución que forma artistas. Eso nos hace definir muy bien qué tareas tenemos para con la sociedad, los artistas, mediadores, público general y con los niños, misiones que varían de acuerdo al contexto. Nuestra fundación busca recursos para intercambiar y generar conocimiento a través del arte. La acupuntura comienza mapeando sectores que lo requieren, para alcanzar un entendimiento bastante preciso o bien estudiado de la zona a intervenir, definir con quién vas a trabajar y por qué lo vas a hacer. No se trata de evangelizar, sino de generar nuevas alternativas a nivel educativo y por eso hablamos de educación no formal o experimental. Son métodos no reconocidos por la Secretaría de Educación y es en carencia del sistema que intervenimos con la mayor precisión posible. Entonces de eso se trata nuestra acupuntura, de detectar esos huecos y llenarlos, generando otras experiencias en la vida de las personas para abrir nuevas visiones. Es una metodología de retroalimentación, porque nosotros también aprendemos de la gente y mejoramos nuestro programa con lo que adquirimos de cada intervención.

Durante tus diez días en Antofagasta, pudiste conocer un poco nuestro contexto, ciudad y dialogar con algunos representantes de instituciones culturales y de educación luego de tu conferencia. Tomando en cuenta todo esto ¿Cómo crees tú que podríamos enfrentar el desafío del arte en la educación en este rincón de Chile?

Mi primera visita a Antofagasta la llevo en el corazón, me parece que es una ciudad con mucha fuerza. Un lugar que dada su situación geográfica, industrias principales y su proceso de desarrollo tiene mucho para dar. SACO y SE VENDE son el ejemplo de lo que puede suceder en estos términos. El arte es un lenguaje universal, entonces creo que es un acierto el haberse fundado en un ambiente que no es una capital o la segunda ciudad del país. Un ejemplo que debería expandirse porque se ve el interés de las personas, sentí mucho esta sinergia entre el público, los formadores y la gente de las instituciones en la charla.

Esta ciudad tiene muchísima riqueza a nivel de recursos y si la gente sigue con esa disposición, se puede llegar a generar un ejemplo en América Latina de cómo la unión entre arte y educación puede aportar en el desarrollo de las personas y de la sociedad. El consejo que doy es que sigan este gran camino de exploración y trabajo que ya tiene frutos bastante visibles.

Hablaste mucho sobre la importancia de las redes para fortalecer las visiones de una institución, retroalimentarse y contribuir al desarrollo global. En esta línea, el lazo entre Fundación Alumnos y Colectivo SE VENDE continúa. Dos de nuestros representantes participarán en el encuentro de Pedagogías Empáticas que ustedes realizan en Ciudad de México ¿Nos puedes contar el objetivo del mismo?

La fundación viene estableciendo una red en México con instituciones locales, museos y espacios de arte. Pedagogías es un encuentro que empezó el 2017 y busca expandir dichos lazos. Comenzó con un proyecto piloto con instituciones que tienen la misma necesidad de reforzar el área artístico educativa entre México y España y en esa ocasión contamos con la participación de María Acaso de Madrid y Jordi Ferrero de Barcelona. Así se generó ese gran primer momento y dado que la fórmula arte-educación nace en América Latina, esta red se fortaleció y fuimos detectando otras instituciones que también estaban en la misma línea. Para la segunda edición que va a ser en noviembre de este año, participarán Costa Rica, Colombia y Chile con Colectivo SE VENDE.

Entonces Pedagogías empáticas se trata de una colaboración, un sistema de coworking con el arte y la pedagogía. Lo que pretendemos es que sea un espacio de interacción entre organizaciones y personas involucradas con el fin de generar intercambios entre diferentes metodologías, experiencias y fortalecer el conocimiento, expandiendo modelos que se puedan adaptar y aplicar a distintas zonas geográficas. El intercambio permite que surjan nuevas ideas. Por ejemplo, para llegar a las escuelas, una problemática recurrente principalmente cuando hablamos de la educación pública, cada país tiene su sistema de educación y algunos son todavía bastante cerrados.

Con respecto al viaje de contextualización a Quillagua y teniendo en cuenta que ustedes también trabajan con zonas extremas ¿Qué rescatarías de esa experiencia?

Ese viaje a mí me sensibilizó muchísimo. El distanciamiento que Quillagua tiene de la realidad de Antofagasta y el país en general es muy fuerte. Aprendimos cómo ha sido la mentalidad chilena en muchos períodos históricos y muchas de estas situaciones te hacen pensar y proyectar a tu propio país. Fue muy enriquecedor entender cómo SACO y SE VENDE llegaron a ellos y fueron generando la vinculación con este pequeño pueblo. Me recordó mucho esa necesidad que allá tenemos de llegar a nuestras comunidades que están más alejadas y casi sin comunicación. Porque entendemos que eso también cambia la cultura y las estructuras del pensamiento social.

Soy medio romántico cuando pienso en estas cosas, porque siento que no estamos solos, que somos varios los que aportamos algo en esta misión que se cumple paulatinamente. El arte no es una pieza terminada, es todo un proceso de aprendizaje, una participación, y es increíble cuando vemos hasta dónde puede llegar su acupuntura para sanar ciertas heridas sociales. Eso me da ánimo para seguir luchando. Sin exagerar, creo que el modelo de SACO podría ser aplicado en muchas partes del mundo.