Referente mundial de intervenciones efímeras a gran escala eleva utopías junto a estudiantes de Mejillones

El artista venezolano trabajó durante la segunda quincena de mayo con dieciocho jóvenes de enseñanza media del Complejo Educativo Juan José Latorre Benavente de la localidad nortina, su primera creación en el Desierto de Atacama en el marco de SACO Festival de Arte Contemporáneo.

“El paisaje no es un lienzo en blanco, sino un territorio cargado de contenido”, declara Miguel Braceli durante su charla en Antofagasta, realizada en su residencia en el norte de Chile. El artista y arquitecto que ha participado en diversas bienales, salas de arte e intervenido paisajes de gran parte de Iberoamérica y EE.UU., creó su primera obra en el Desierto de Atacama, Enterrar las banderas en el mar, junto a adolescentes de Mejillones.

 

La creación colectiva situó a los estudiantes como centro de la acción, invitándolos a marchar con banderas blancas, formando un “batallón de conocimiento” en diálogo con los contextos naturales y políticos de la costa mejillonina. El acto reelaboraba las épicas escenas migratorias y de luchas por el territorio. Las telas blancas de los estandartes creaban una danza al compás del viento, que era sostenida por los jóvenes que con un esfuerzo coreográfico hundían los estandartes, limpios de escudos, en el mar. Una acción que desbordó el aula y estableció una vinculación con el territorio.

 

Las locaciones fueron Punta Angamos, cabo ubicado en la Península de Mejillones, situada a 65 kilómetros al norte de Antofagasta, y escenario del enfrentamiento naval contra Perú en la Guerra del Pacífico (1879 y 1883) y Punta Cuartel, territorio en el que Chile instaló un fortín, buscando consolidar su posesión del Desierto de Atacama (1857 a 1866). “Un lugar ideal para trabajar con temáticas –como la de los conflictos fronterizos– que, desde lo local, son capaces de insertarnos en una realidad global”, destaca Braceli.

 

Y es que, tras el descubrimiento del guano blanco en Mejillones (1838 y 1839), se inició el conflicto por la posesión de la actual región minera de Chile, que, ya sea por el salitre, cobre, litio u otros, ha sido durante años imán de inversionistas industriales y mano de obra extranjera, determinando la historia del norte chileno.

 

Desborde del Aula

Bajo el lema de concebir la obra de arte como proyecto formativo, el artista emplaza Enterrar las banderas en el mar en la península de Mejillones, trascendiendo los fines expositivos con una obra que opera como mediadora entre las artes visuales y estudiantes locales de 14 a 17 años, acercando al futuro espectador del resultado de esta obra a una localidad extrema y alejada de la capital nacional, con una creación sin referentes en la zona.

 

“Ellos cargan banderas, no para marcar posesión de un territorio, sino para subvertir lo militar por lo educativo y enterrar sus fronteras en el mar”, dice Braceli. Martina Cassi, alumna de participante, relata que “al ver una toma de la intervención desde el agua se ven las banderas flameando como peces y los peces tienen que regresar al agua para poder respirar, y eso se puede interpretar que, como ellos, nosotros vamos al mar como un acto de libertad”.

 

Sobre la experiencia con el artista, su compañero, Sebastián Briceño, agrega que “nos llevó a conocer el mundo del arte desde adentro y darnos cuenta del esfuerzo que hay detrás. Ahora podemos contemplar la creación artística de otra manera”.

 

El trabajo aporta en la misión de SACO, un festival que, nacido en un territorio como lo es todo el norte chileno, con escasez de espacios de formación artística profesional y de museos de arte contemporáneo, incluye programas como escuela sin escuela y museo sin museo, que implican respectivamente iniciativas educativas anuales y un circuito expositivo en  la región de Antofagasta.

 

Sello Braceli

Un artista que se posiciona, otra vez, en el límite entre la utopía y lo posible, al borde de la performance, la arquitectura efímera y la intervención, atrayendo reflexiones políticas como en muchas de sus obras anteriores, tal es el caso de El fin del mar (Bolivia 2017),  en donde telas azules manipuladas por cuerpos dan vida al sueño marítimo de un país que perdió acceso al océano; o  Construir el mar (Venezuela 2015), como metáfora de la utopía del proyecto moderno, que en una coreografía corpórea lleva el mar a la Ciudad Universitaria de Caracas.

 

No es primera vez que este experto en acciones en gran formato, incita al cuestionamiento sobre los límites de lo posible  y el acceso al conocimiento. Tal es el caso de Biblioteca Abierta (Caracas 2013- 2016) una instalación de miles de libros abiertos, que fomenta el intercambio y llega a los sectores más populares de la capital venezolana.

 

Actualmente, el artista está trabajando en la posproducción de la muestra Enterrar las banderas en el mar, una exhibición, que a través de vídeos y fotografías concebidas como una pieza de arte más, y esculturas de los materiales utilizados en la intervención que operan como libros testimoniales de experiencias, permeabiliza sensibilidades concebidas sólo a través de la interacción con la naturaleza.

 

El resultado será exhibido del 9 de julio al 23 de Agosto en la Sala de Arte de Fundación Minera Escondida, en el marco de la inauguración de la Octava Versión de SACO Festival de Arte Contemporáneo, certamen internacional autogestionado por el Colectivo SE VENDE, que es emplazado en el desierto más seco del mundo bajo tres pilares fundamentales: formación, producción de obra y vinculación con el territorio.

 

Presentado por Escondida | BHP, financiado por el FONDART, línea Festivales y forma parte del Programa Otras Instituciones Colaboradoras, ambos fondos del Ministerio de la Cultura las Artes y el Patrimonio.