Algunos dicen que en los extremos están las similitudes; que en las capas más profundas de las diferencias geográficas, climáticas y sociales que parecen separarnos, encontramos las experiencias, perspectivas y emociones que nos unen: es la presencia humana, con sus defectos, virtudes, curiosidad y deseos, la que busca afanosamente, adentrarse en el territorio desconocido y hostil, para aprender de él, interpretarlo, reinterpretarlo y reimaginarlo.
Son estos templos contemporáneos los que nos plantean un regreso a la espiritualidad personal, con artistas viviendo y sobreviviendo entre procesos intensos más allá de lo meramente paisajístico, buscando generar experiencias profundas que desemboquen en procesos creativos.
De estas observaciones es que surge la idea que une, por una parte, la Casa-Museo Alberto Baeriswyl de Puerto Yartou, en Tierra del fuego, y a SACO en el desierto de Atacama, dos instancias consagradas al arte que tienen un importante lazo común: crecer y fructificar en zonas en que el clima y la geografía parecen hacer imposible este tipo de proyectos.
Nada más equivocado y para demostrarlo, es que ambas instituciones están trabajando en un programa de residencias, cuyos resultados se reflejarán en la producción y exposición de obras en la Bienal 1.0 de 2021.
El pasado 21 de enero se firmó el convenio en Puerto Yartou, en el que también se pretende involucrar a científicos de distintas áreas relacionadas con los territorios de las regiones de Magallanes y Antofagasta, propendiendo además a la integración de artistas nacionales e internacionales en esta residencia que busca abrir espacios de inspiración mediante la inmersión en territorios semi vírgenes, en la belleza y la pureza del extremo más austral del continente.
Se trata de una residencia de diez días en la casa patrimonial que ocupa el museo Alberto Baeriswyl en una primera etapa de intercambio de anfitriones. En el marco de SACO, se desarrollará la segunda etapa de este proyecto que tendrá como misión acercar estas dos geografías opuestas, para que el 2021, se inicie el proceso de montaje de las obras para la Bienal, con una nueva residencia en Antofagasta y un viaje de contextualización a distintas localidades y espacios del Desierto de Atacama.
Los artistas participantes tendrán asegurada su presencia en el libro y el video documental que se publicará una vez concluida la Bienal.